martes, 30 de diciembre de 2008

No podemos desearte felicidades

Este no es un saludo de fin de año ni de próspero año nuevo. Así y todo te pedimos que leas hasta el final.
 
        Está dedicado a todos nosotros, los seres comunes, los que aún podemos vencer la inercia del egoísmo y dejar de buscar la pequeña y efímera felicidad. A cambio podemos ser partícipes en la construcción de un  nuevo pensamiento en beneficio de todos y propender a una vida en armonía. No está dirigido a los ambiciosos, avaros, poderosos, que quieren todo para si. Su  propia felicidad está basada en la posesión de bienes materiales que consiguen  a cambio del dolor y sometimiento de la mayoría, esos están perdidos.
 
        Hay una dolorosa verdad que lucha por aflorar, hacerse visible y muchos, pero muchos son  los que deberíamos ver, saber y actuar para la transformación.
 
MIREMOS

 
Miremos a los ojos a los niños hacinados en las villas producto de esta terrible fábrica de pobres llamada Latinoamérica.
Miremos a los ojos a los niños bandera, fumigados con venenos en los campos con transgénicos.
Miremos a los ojos a nuestros pueblos originarios desplazados de sus tierras ancestrales por no tener papeles que acrediten una posesión que ejercieron por miles de años.
Miremos a la cara a quienes vivían del bosque, ahora destruido por el avance de los monocultivos secantes.
Miremos a los niños enfermos irreversiblemente por tóxicos de los postes de PCB, de los polos petroquímicos, de los ingenios, de las fábricas contaminantes.
Miremos a los ojos a las madres de los niños muertos por contaminación.
Miremos a los ojos a los niños del plomo de Perú, de  Jujuy, o del barrio de La Boca.
Miremos a los ojos a los niños de Catamarca y San Juan que se quedaron sin agua potable por la maldita megaminería.
Miremos  los ojos de los expulsados de las tierras por la minería química, a los hijos de quienes contrajeron cáncer por los tóxicos del lixiviado o de quienes son amenazados porque luchan contra el método perverso megaminero.
Miremos los ojos de los niños malformados por la contaminación radiactiva de las minas de uranio y de los derrames mineros de mercurio.
Miremos a los ojos a los desplazados de sus tierras inundadas para proyectos hidroeléctricos que abastecen a las megaempresas saqueantes.
A los niños cartoneros, a los desnutridos, a los niños sin hogar.
Miremos a los ojos a todos los niños y expliquemos porque se destruyen los glaciares.
Miremos los ojos de los peones de campo, de pequeños productores despojados de su derecho al trabajo digno, que migran a los asentamientos ciudadanos, condenados a la miseria por los monocultivos.
Miremos a los niños que, privados de su niñez, pasan droga.
Miremos a los ojos de nuestros hijos, nietos, sobrinos…
Miremos las tierras yermas, el agua muerta
 
          Y  luego, tengamos el valor de querer cambiar. No cambiar a los otros, aquellos que tienen el corazón duro de codicia. Tengamos la valentía de querer cambiarnos a nosotros, de reconstruir la solidaridad constante y dignificarnos como hermanos. Es hora de expresar nuestro repudio y total rechazo a este sistema destructivo de la Vida. Es hora del pequeño y gran cambio personal, de vencer la indiferencia ante el padecimiento de la naturaleza y los damnificados. Es hora de ser valientes, aceptar nuestra responsabilidad y trabajar juntos por un planeta en equilibrio.
 
Conciencia Solidaria
ONG Interprovincial
29/12/2008

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