miércoles, 17 de diciembre de 2008

La prostitución y los medios de comunicación o de desinformación

Cuando el negocio está por encima de los valores y la ética.

Nadie ignora que la prostitución —y todo el entorno que de ella se nutre— es uno de los negocios más redituables que existen. Pero tampoco nadie que se dedique a los medios, hoy puede ignorar que de la mano de la prostitución van juntos otros “negocios”: en un principio fueron la droga y el alcohol, luego el fenómeno mundial de la trata de personas, especialmente el tráfico de menores para su explotación sexual.

En tal sentido, es sintomático ver cómo ciertos medios que difunden con sensacionalismo las notas que involucran a estos delitos, a la vez ofrecen servicios de publicidad destacados para rubros de servicios sexuales.

Es decir, por un lado reclaman de las autoridades medidas para terminar con los negocios espurios de la prostitución y por otro recaudan de estos a través de la publicidad.

Cuando uno lee en medios como Clarín y su rubro 59, en los avisos del Diario Popular, en La Razón, El Argentino y otros, no puede dejar de preguntarse si estos necesitan de semejante tipo de publicidad para subsistir. Por caso, en breve publicaremos una investigación que involucra al diario Clarín en una denuncia del año 1999 por este tipo de avisos y que a la fecha ha sido silenciada a fuerza de intimidaciones de todo tipo, no sólo contra el denunciante que es un abogado que espera una decisión final de la Corte Suprema de La Nación, sino también de algunos periodistas que fueron “advertidos” respecto de hacer público este tema.

Pero lo más vergonzoso, sin lugar a dudas, ha sido la mala elección del portal Perfil.com, de publicitar un nuevo portal de acompañantes junto a una nota sobre un adolescente de tan solo 13 años y que permite que cualquier menor pueda acceder a contenido pornográfico sin restricciones. Aunque la crítica pueda parecer pacata, subir una nota dirigida a los adolescentes acompañada de un aviso como este no es algo que pueda resulta beneficioso para nadie.

Al respecto le envíe un mail al editor General del medio, el periodista Darío Gallo. En el mismo, le solicitaba una explicación coherente respecto de la publicidad que acompañaba la nota sobre Marco Colom, un aviso que linkea a un sitio dedicado a la prostitución —porque esa es la palabra—, especialmente por el hecho de que, si bien hay desnudos por doquier, la página suma imágenes de contenido pornográfico además de referir a otros sitios con idéntico contenido inconveniente para menores. Tal vez a Darío Gallo esto le pareció insignificante y por ese motivo jamás respondió el mail. Actitud a tener en cuenta para saber cómo algunos medios se manejan con "dobles discursos" y que para estos el dinero está por encima de todo sin importar de donde provenga.

Digo, reflexionemos, ¿hay diferencias entre un comisario corrupto que solicita dinero a un prostíbulo y un medio que cobra para difundir la prostitución sin importar todo lo que rodea a la prostitución?

Resulta igual de preocupante que ninguna de las organizaciones que suele hacer campañas por una "Internet limpia" y que dicen defender los intereses de los menores, no se haya hecho eco de ningún reclamo ante esta publicidad que da acceso libre a contenidos inconvenientes.

Lamentablemente vivimos en la Argentina, y muchos de esos abogados que suelen denunciar cualquier cosa tampoco pedirán a la Justicia que investigue si estos avisos violan o no la ley o alguno de los tantos tratados de protección de menores.

Pretender mostrar a la actual prostitución como algo tradicional y hasta sano, es tan delictivo como los que lucran con ella, como los que explotan y trafican. Es como expiar de responsabilidad al que cobra la coima, cuando todos sabemos que si alguien paga es porque hay varios negocios detrás.

Próximamente publicaremos una investigación sobre el mencionado sitio ww-w.59.com.ar y cómo operan los ideólogos del mismo.

Y pensar que muchos de los responsables de los medios tienen hijos. Seguramente, no deben poder mirarlos a los ojos.


Por Marcelo Ricardo Hawrylciw
Editor General Diario El Sindical
www.elsindical.com.ar

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