Por: Emilio Cárdenas. Se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
(...) La obsecuencia tiene contrapartida
Según el diccionario, un “obsecuente” es un sumiso o condescendiente. No es lo ideal como actitud personal, desde que es imposible enorgullecerse de ella. En la jerga política esa palabra significa más que eso. Describe a un hombre sin orgullo, ni principios; que no vacila en inclinarse -vergonzosamente- ante el poder para obtener algún beneficio. Un “chupamedias”, entonces, que apunta a lograr algo congraciándose a cualquier costo con la autoridad, frente a la que sacrifica su propia dignidad.
El político sanjuanino José Luis Gioja ha venido, desde hace rato, dando muestras de obsecuencia. Durante la crisis del 2001/02 eso se hizo más que evidente. Cuando la aparición en lo alto de la escena política nacional de los Kirchner, Gioja se “pegó” a ellos, en busca de aprovechar su “calor”. A costa de decir, en el momento adecuado, lo que los Kirchner esperaban. De la manera más rápida y sonora, por cierto. Así llegó a Gobernador de su provincia, San Juan, con el “apoyo” de los Kirchner.
Ahora comienza a verse la contrapartida de esa obsecuencia. Que a veces está oculta, hasta que algo sucede y aparece en toda su magnitud. La minería, dicen los medios, “metió su cola” y Gioja obtuvo de la Presidente el sorpresivo (pero inmediato) veto de la “Ley de Protección de los Glaciares”, una norma quizás exagerada, pero de contenido ambiental que no había sido controvertida en el Parlamento, sino aprobada velozmente en ambas Cámaras, por unanimidad. Con el máximo consenso político, entonces, incluyendo el de las distraídas y poco eficientes “huestes” del obsecuente gobernador de San Juan.
Se dice que la razón del veto ha sido su impacto en Barrick Gold, la empresa canadiense que lleva adelante los emprendimientos sanjuaninos de Pascua-Lama y Veladero, en los que el oro es rey. Por ello Gioja habría presionado a Cristina (de la que era acreedor político) y logrado su veto a la protección ambiental de los glaciares, toda vez que ellos existen en la zona de los proyectos mineros antes mencionados.
Gioja fue, recordemos -antes de acceder a la gobernación de su provincia, en la que hay unos 180 proyectos mineros de envergadura- Presidente de la Comisión de Minería de la Cámara Baja y es hermano (una vez más, la diosa “nepotismo” aparece en el universo del peronismo kirchnerista) de César Ambrosio Gioja, que curiosamente preside la Comisión de Minería del Senado de la Nación. Los Gioja tienen, es obvio, un “costado” minero. Pero no académico, por cierto. El César, como dirían en San Juan, es dueño de una empresa de bentonita que, a estar a lo que informara la diputada María Fernanada Reyes, de la Coalición Cívica, sería proveedora de Barrick Gold. Esto estaba, dicen, en la orgullosa “página web” de la empresa de Gioja y, de pronto, “desapareció”. Es posible, pero no probable, que hayan perdido la vinculación contractual, pero puede pensarse que prefirieron no hacer las cosas transparentes y entonces “bajaron” la información que podía “avivar giles”. Un fiscal federal está investigando la situación, por entender que hay “negociaciones incompatibles” con el cargo electivo que el también empresario minero desempeña.
Para hacer las cosas complicadas, los medios (“La Política On Line”, del 23 de diciembre pasado) sugieren que el actual Secretario de Minería, Jorge Omar Mayoral, tendría -también él- empresas mineras emplazadas en San Juan. Mica y canteras, informan. Con beneficios de promoción industrial, esto es con exenciones tributarias y otras ventajas concedidas desde el poder.
Jueces y parte, dicen. Pero hay más que eso. Está el tema de la obsecuencia y sus “razones”. El famoso “do ut des” de los romanos. Mientras tanto, la protección ambiental para los glaciares sanjuaninos deberá esperar.
Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Fuente: noalamina.org
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