Ing. Jacobacci tiene un antecedente minero que no deja dudas: la Mina Cerro Castillo-La Angela , que cerró en 1992, dejó cientos de desocupados, varias hectáreas contaminadas y arrasadas , secaron varios arroyos e incluso agotaron las fuentes de agua de un campo vecino.
Los Vecinos Autoconvocados nos cuentan que en la última reunión habían recibido un testimonio contundente, de boca de uno de los obreros despedidos al cerrar la mina La Angela (explotada por Lonmin Plc de Gran Bretaña y de Garovaglio y Zorraquín S.A. de Argentina, ubicada a 90 km de de Gastre y 116 km de Ingeniero Jacobacci). Nos guían entonces hasta una casita baja muy humilde, con patio de tierra, al lado de un kiosco-despensa. El hombre sale a recibirnos, nos estaba esperando. Nos pide que no publiquemos su nombre y que no se encienda la cámara, pero acepta que se grabe su voz. Entramos a la casa. Se saca la gorra. El hijo mayor se pone a cebar mate.
"Trabajé en Cerro Castillo desde el '79 hasta el 92. Al principio la mina iba bien, había unas 400 personas trabajando. Sacaban plomo, zinc, oro. Había dos procesos: por explosiones a cielo abierto y con excavaciones subterráneas. Los minerales extraídos se procesaban con varios reactivos, el mercurio y el cianuro eran los más fuertes. Por el circuito de la planta circulaba constantemente agua, que una vez utilizada se tiraba en una laguna, una represa que se construyó rodeada de cerros. Si se contaminaron las napas por abajo no se supo nunca".
"Nunca nos pagaron bien. El sueldo era lo que ahora serían 400 pesos. Se trabajaba en 3 turnos de 8 horas cada uno, muchos se quedaban dos turnos seguidos para sumar más pesos. Yo trabajé en laboratorio. No sé si me habré contaminado. Trabajábamos sin barbijos ni protecciones en los ojos. Mi padre, que también trabajó en la mina, murió hace pocos meses. Era perforista. Cuando los médicos le detectaron la enfermedad, la empresa lo despidió. Una vez que el tipo ya no sirvió más, bueno, listo, fuera."
"No entiendo cómo los ganaderos le permitieron a la mina trabajar así nomás. La tierra no era de la minera, era de un ganadero de Maquinchao. Hasta donde yo escuché, al dueño del campo nunca le dieron ni le pagaron nada. Era medio ignorante".
"Después del primer tratamiento los minerales eran como un polvo. Se cargaban camiones, se mojaba el polvo para que no se volara y los camiones llegaban hasta la estación de tren de Jacobacci. Cargaban vagones con pala. Y eso se iba a Bélgica desde el puerto de San Antonio Oeste."
"En un momento se les terminó el agua. Y le pidieron a Otto Lizaga, dueño de un campo vecino, le pagaron y empezaron las perforaciones, llevaban agua a la planta por un caño así (grafica con las manos 30 cm de diámetro). Esas tomas ya se han secado. Otto les inició un pleito por eso y se los ganó, le tuvieron que dar mucha plata."
"Una vez nos dieron vacaciones. Cuando se acabaron las vacaciones nos encontramos con los telegramas de despido. Nos inventaban causas... qué sé yo, "gremialistas", o causa esto, o lo otro, y nos despidieron. Y después se tapó todo. Se tiraron abajo las construcciones, se tiraron las máquinas y los restos al fondo de los túneles, a 60, 80 metros. Y se tapó todo. 4 años después que cerró, vino personal de medio ambiente, creo, a hacer una inspección."
"Desde el '92, desde que se cerró, nunca más tuve trabajo. Creo que en esta nueva mina no voy a conseguir trabajo, por la edad. Hablé con Cuburu, el geólogo de la mina nueva, y me dijo que no les convenía trabajar con los de la mina anterior."
"No sé que va a pasar ahora. Los vecinos se están moviendo, pero siento que acá nadie dice nada. En Jacobacci es todo muy tapado. Allá donde estaba la otra mina no queda nada. Los campos ya no sirven para el pastoreo. y los arroyos se secaron. Nosotros sabíamos ir a pescar, a esos arroyos. Íbamos con la familia. Eran nuestras diversiones, jugar al fútbol y pescar. Pero ya los peces se fueron."
Nos acompañó hasta la calle con su gorra entre las manos. Mientras lo saludaba, me dí cuenta que él sentía que estaba haciendo algo. Algo para frenar este nuevo emprendimiento minero, algo para apoyar la movilización de los vecinos auto convocados, algo para defender la tierra en que crecen sus hijos, algo para fortalecer su dignidad. Pero no le generaba la más mínima vanidad. No tenía el más mínimo apego a la cámara ni al grabador, ni preguntaba cuándo iba a ser emitida la entrevista.
No sabíamos que más decir. Sabíamos que nos íbamos, que volvíamos a nuestras comodidades. Entonces pregunté más. Y contó sobre sus seis hijos. Sobre cómo sobrevive con el kiosco que le dejó su padre. Y contó que había nacido en Chile, que vino a la Argentina de chico, con sus padres. Que su padre, enfermo, había vuelto a Chile poco antes de morir, quizá para morir allá. Y que él, cuando se enteró de su muerte, quería viajar al entierro, y salió de Jacobacci y llegó a Bariloche pero averiguó el precio del pasaje a Punta Arenas, y no le alcanzaba ni por poco, y tuvo que volverse.
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