Por: Hedelberto López Blanch
Aunque hace varias décadas fue eliminada la colonización en África, los países desarrollados, por medio de sus compañías transnacionales, han buscado fórmulas para continuar saqueando las riquezas de ese continente.
La codicia por el control de un estratégico mineral denominado coltán, ha provocado desde agosto de 1998 la muerte de más de cinco millones de personas en la República Democrática del Congo, donde los grandes perdedores son sus habitantes y los ganadores las ricas compañías transnacionales.
El coltán es una roca que contiene dos valiosos minerales estratégicos, la columbita y la tantalita, imprescindibles para la industria moderna, pues están presentes en celulares (móviles), computadoras, aviones, en las industrias de aparatos electrónicos, centrales atómicas y espaciales, mísiles balísticos, video juegos, equipos de diagnóstico médico no invasivos, trenes sin ruedas (magnéticos) y fibra óptica, entre otros.
Las baterías de los celulares (móviles) mantienen por más tiempo su carga, ya que los microchips de nueva generación que con él se elaboran optimizan el consumo de corriente eléctrica y por eso se encuentran en todos los teléfonos móviles, GPS, televisiones de plasma, ordenadores portátiles, PDAs, MP3, MP4.
El coltán hoy facilita el enriquecimiento de sus comerciantes y no a su propietario, en este caso la República Democrática del Congo (RDC).
Un kilogramo de este mineral alcanzó en 2002 el fabuloso precio de 400 dólares y hoy facilita el enriquecimiento de sus comerciantes y no a su propietario, en este caso la República Democrática del Congo (RDC).
Su producción se reduce a pocos países, entre los que destaca la República Democrática del Congo, en guerra desde hace una década.
Este mineral se extraía de Brasil, Australia y Tailandia pero ante la gran demanda comenzó a escasear. Al aparecer en la RDC, que posee el 80% de las reservas mundiales, las empresas transnacionales y varios países desarrollados buscaron fórmulas para controlar ese mercado aunque para lograrlo existiera una guerra que se prolonga desde 1998 en esa zona y corrieran ríos de sangre.
En la zona de los Grandes Lagos las contradicciones étnicas son antiquísimas, sobre todo en la zona fronteriza de la RDC con Uganda, Ruanda y Burundi donde los hutus y los tutsis han estado en discordia, pero las tensiones se acrecentaron tras la llegada al antiguo Zaire (hoy RDC) de casi dos millones de refugiados hutus que huían de la sangrienta guerra en Ruanda.
Después del derrocamiento en 1997 de Mobutu Sese Seko en 1997 y el posterior arribo al poder de Joseph Desire Kabila (el asesinado padre del actual presidente) la guerra en la extensa zona del Kivu ha tenido dos bandos: por un lado Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y ligados a varias milicias “rebeldes” como el Movimiento de Liberación del Congo (MLC), Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) del general renegado Laurent Nkunda y la Coalición Congoleña para la Democracia (ACD).
Por el otro, la RDC que obtuvo ayuda para mantener su integridad por parte de Angola, Namibia, Zimbabwe y Chad y las milicias hutus y mai-mai.
Las Naciones Unidas enviaron un contingente de 17.000 soldados para tratar de controlar la situación pero nada ha impedido que continúen los sangrientos enfrentamientos.
Con la importancia que alcanzó el coltán, las grandes transnacionales comenzaron la disputa por el control de la región, mediante sus aliados autóctonos.
Un informe sobre esa guerra realizado por varios expertos de la ONU, señaló que el Ejército Patriótico Ruandés (APR) ha montado una estructura ad hoc para supervisar la actividad minera en Congo y facilitar los contactos con los empresarios y clientes occidentales. Se han creado empresas mixtas entre los negociadores europeos y norteamericanos del coltán con miembros del APR y del círculo de personas cercanas al presidente ruandés Paul Kagame.
Organizaciones No Gubernamentales han denunciado reiteradamente que los ejércitos y milicias de Uganda y Ruanda controlan, sin ser los dueños, las zonas mineras en explotación y su comercio.
En el último decenio, las grandes transnacionales Nokia, Ericson, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi, IBM y muchas otras han obtenido el material de esa zona para lo cual se han formado una serie de empresas (la mayoría fantasmas) asociadas entre los grandes capitales, los gobiernos locales y las fuerzas militares rebeldes para la extracción de ese y otros minerales como el cobre, el oro y los diamantes industriales.
Entre las más nombradas aparecen la Barrick Gold Corporation, de Canadá, la American Mineral Fields (en la que George Bush padre tenía intereses) y la sudafricana Anglo-American Corporation.
Importantes empresas mixtas se han creado sin contar con la RDC como la Sociedad Minera de los Grandes Lagos (SOMIGL), integrada por tres sociedades: la Africom (belga), la Promeco (ruandesa) y la Cogecom (sudafricana). Las fuerzas militares ruandesas ligadas a la SOMIGL, tras suprimirse las licencias para la compra-venta del coltán en el 2000, se hicieron del control total de la comercialización.
ONGs que radican en esos territorios han denunciado que los soldados ruandeses trasladan el material en sus propios transportes (camiones y helicópteros), pertenecientes a parientes cercanos de los presidentes de Ruanda y Uganda. Utilizan los aeropuertos de Ruanda y Uganda (Kigali y Entebe, respectivamente), entre otros.
En estas verdaderas zonas militares las compañías aéreas privadas (una de las cuales la belga Sabena, está asociada a American Airlines) ingresan armas y se llevan minerales.
El coltán extraído tiene como destino a Estados Unidos, Alemania, Bélgica y Kazajstán, aunque al tráfico y elaboración están vinculadas a decenas de compañías. La filial de la alemana Bayer, Starck, es la productora del 50% del tantalio en polvo a nivel mundial.
Asimismo, una entidad financiera, creada desde 1996 con sede en Kigali, el Banco de Comercio, Desarrollo e Industria (BCDI) y que ejerce de corresponsal del CITIBANK en la zona, mueve fuertes sumas de dinero procedentes de las operaciones relacionadas con coltán, oro y diamantes.
Como denunció Kofi Annan, antes de abandonar su cargo de secretario general de la ONU, “la guerra del Congo se libra por el control de sus riquezas naturales”, con la anuencia y el apoyo de las naciones desarrolladas, que han provocado un inmenso desastre humanitario en ese país africano.
Ese es uno de los principales motivos por los cuales la República Democrática del Congo, pese a sus abundantes riquezas minerales figura, según la ONU, en el número 158 entre las naciones más pobres del mundo.
Fuente: Presnsa Latina
Autor: Hedelberto López Blanch- Fecha: 2009-01-15
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